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Los ojos de Li Xue se posaron cálidamente en Feng Shufen mientras él cuidadosamente arropaba al pequeño Li Wei bajo la manta antes de dejar a un lado el diario en la mesita de noche.

—Ya está dormida. No despertará hasta la mañana, así que puedes estar tranquilo y volver a descansar. Tú también has tenido un día duro —dijo desde atrás al verlo aún cuidando cada detalle como si, al ignorar algo, la niña despertara sin completar su viaje de sueño del día.

Feng Shufen asintió, sabiendo bien el hecho de que Li Wei era una durmiente cómoda. A menos que llegue una pesadilla, la niña nunca se despertará en mitad de su sueño. —Solo estaba asegurándome de las cosas.

—Lo sé. Pero como tú también estás cansado, puedes ser descuidado una vez. Yo me encargaré —dijo Li Xue mientras se acercaba primero a apagar la lámpara de la mesita de noche antes de encender las luces nocturnas. Una vez hecho, miró al hombre con una sonrisa y luego le hizo un gesto para que salieran juntos de la habitación.