No podría salvarte del arrepentimiento.

La mañana siguiente Li Xue despertó toda fresca y bien. Su temprana sonrisa dichosa no contenía ningún indicio de la ansiedad de la noche anterior. —Ay, la mañana ha llegado demasiado temprano hoy. Anoche fue muy relajante, si tan solo hubiera durado más —murmuró para sí misma, girándose de lado solo para encontrar la cama vacía al lado.

—Si quieres dormir más, simplemente duerme. Apenas son las ocho de la mañana y el sol todavía no está en el cielo.

Antes de que siquiera mirara en otra dirección en busca del hombre, su voz la hizo consciente de su presencia. Sus labios se curvaron un poco al encontrarlo cerca, pero luego sus pupilas se dilataron, dándose cuenta del significado de sus palabras.

—¿Qué? ¿Ya son las ocho? ¿Cómo dormí tanto tiempo? —preguntó, sentándose de golpe. Sus ojos se giraron para checar la hora en el reloj, antes de volver a mirar al hombre en el sofá a la distancia.