Esa noche fue una noche llena de descubrimientos tanto para Edgar como para Clara. Aprendieron los puntos sensuales del otro y exploraron el cuerpo de su amado con entusiasmo.
Al principio, Edgar hizo la mayor parte del trabajo, porque era más maduro, paciente y tenía más experiencia. Sin embargo, bajo su guía, siendo una alumna aplicada, Clara logró aprender rápidamente cómo dar placer a su hombre.
Ella estaba muy satisfecha y complacida consigo misma cuando Edgar se vino dentro de su boca. El hombre parecía estar en la gloria y su rostro mostraba tal felicidad y placer. Ella se sintió realizada.
Y ni siquiera habían llegado al límite. Edgar le dijo que podían tomarse su tiempo y hacer la penetración cuando ella tuviera más experiencia y pudiera prepararse, porque iba a doler.
La verdad era que él quería que tuvieran su propio lugar antes de entregarse por completo a ella.