—Parece que el Rey Demonio no permite a nadie en esta parte de su residencia —murmuró Harlow para sí misma. Estaba tan tranquilo que sentía que podía escuchar cómo un vaso se rompía a habitaciones de distancia.
Dado que no había nadie alrededor, Harlow aprovechó con entusiasmo esta situación. Comenzó a navegar y abrió puertas una por una para ver si la llevarían al artefacto que estaba buscando.
En realidad, había una gran variedad de habitaciones y cada una era única. Las primeras habitaciones que encontró eran un poco simples, una habitación extra para invitados o algo más... y entonces ella encontró realmente su propia habitación. Frunció el ceño cuando se dio cuenta de que casualmente estaba tan cerca de la suya.
—Ah, al menos me ha dado mi propia cámara —murmuró Harlow—. Habría sido peor si me dijera que tenemos que compartir habitación durante la duración de nuestro compromiso. Eso sí que sería una pesadilla.
De repente, recordó algo.