—Lo siento, querida... Creo que estaba demasiado borracho para darme cuenta de dónde estaba —Rafael la miró como un cachorro culpable e hizo que Harlow se quedara sin palabras—. ¿Por qué era tan difícil mantenerse enfadada con este hombre?
—Sí, no lo vuelvas a hacer —se quejó—. De alguna manera, no encontraba en su corazón el impulso de desahogarse con este hombre. Que él estuviera borracho fue culpa de ella —Parecías necesitar descansar. Me quedaré aquí contigo hasta que te duermas para asegurarme de que no hagas nada raro de nuevo.
Harlow se dio cuenta de que debía asegurarse de que Rafael estuviera realmente dormido antes de poder continuar explorando su castillo y encontrar su cámara secreta donde guardaba sus artefactos mágicos.
—Oh... qué dulce —se deshizo Rafael. Se giró hacia un lado y abrazó a Harlow por la espalda—. Estoy seguro de que puedo dormir bien si puedo abrazarte así.