¿Puede Rowena aceptar la apariencia de Rafael?

Rowena tomó una respiración profunda y calmante.

Podía hacer esto. Todavía era Rafael debajo de todo esto, se convenció a sí misma.

Pero... ¿por qué empezaron a sudarle las manos?

—Creo... creo que quiero acostarme en la cama un momento —dijo Rowena mientras miraba su habitación. No lo estaba mirando a él, solo miraba la puerta—. ¿Quieres comer primero, Rafael?

—Bueno, no tengo mucha hambre aún. Prefiero acompañarte —dijo Rafael.

—Está bien, eso me parece bien.

—¿Estás segura?

—Sí, no me importa —dijo Rowena—. Es nuestra habitación, Rafael. Si quieres acostarte al mismo tiempo que yo, estoy de acuerdo.

—Gracias. —Rafael besó la frente de su esposa y Rowena tuvo que esforzarse al máximo para no alejarse y esquivar su beso.

Era tan difícil.

Se convenció a sí misma de que este monstruo… eh, este hombre, todavía era Rafael.