—Tú eliges apuntar con el dedo hacia mí y tratar de pintaros a vosotros mismos como la víctima; sin embargo, la prueba que propuse fue justa —dijo el rey—. Tú eres mi hijo, Rafael. ¿Cómo no voy a preocuparme por ti? ¿Sentiste su amor durante el último mes o se encogió ante lo que ella percibía que eras tú?
Esto hizo que Rafael vacilara al recordar las varias ocasiones en que fue rechazado por su esposa, donde ella verdaderamente le temía e incluso causaba problemas a los demás.
Sin embargo, ¿cómo podría él culpar a Rowena cuando estaba sufriendo tanto? Nadie en su sano juicio estaría preparado para la intimidad si estuviera sufriendo un castigo tan horrible como el que ella había soportado. El padre de Rafael no lo entendía en absoluto.