Una Rowena más astuta no habría hablado, habría mantenido la boca cerrada y se habría adherido al plan. No habría incurrido en la ira del guardia que era físicamente más fuerte que ella y que también podría averiguar quién era.
Sin embargo, tampoco podía hacer vista gorda de la acción brutal del hombre.
Así que, a pesar del dolor que sentía mientras el guardia tiraba dolorosamente de su cabello, Rowena no se movió ni reaccionó más que con un pequeño ahogo y un gesto de dolor. Sus ojos vagaban descontroladamente por la habitación antes de que se enfocara en el hombre frente a ella y encontrara una solución.
Rowena pateó al hombre justo en la ingle y pronto cayó al suelo. La soltó mientras sentía el dolor insoportable y sus ojos se volvieron inyectados en sangre. Rowena lo pateó de nuevo. El segundo guardia se derrumbó mientras el primer guardia observaba detrás de ellos.
—Creo que ya es suficiente —dijo el primer guardia. —No creo que pueda dejarte ir como si nada. ¿Quién eres?