Rowena se infiltra

No tardaron mucho en dejar Almere y cabalgaron hacia el sur. Julián acabó con el caballo de pelaje castaño mientras que Rowena con el oscuro.

Sorprendió al joven de los establos, pero de alguna manera, Rowena logró hacer que el caballo oscuro la escuchara.

Aunque para Rowena tenía sentido. Parecía que todos los demás no se tomaban el momento para hacerse amigos del caballo en lugar de obligarlo a seguirlos.

El viento soplaba sobre su rostro, a pesar de su capucha, lo cual era una refrescante compañía mientras cabalgaban por los caminos de Tierra de Cenizas.

Había algunos otros viajeros, pero gracias a los mapas que había leído, Rowena encontró fácilmente las rutas menos transitadas que resultaron ser el camino perfecto para ellos.

—¡Esto es tan divertido! —rió Rowena mientras agarraba las riendas del caballo. Miró por encima del hombro y dijo:

— ¡Apúrate, Julián!

Julián rio mientras observaba a la joven divertirse, por suerte su caballo era amable, pero le llamó a ella: