—Sabes, te ves aún más aterrador que Hades ahora —dijo Julián.
Rowena lanzó una mirada oscura al hombre antes de suspirar y asentir. —Lo sé. Simplemente no esperaba volver a oír sobre mi padre, después de todos estos años...
—Quiero decir, ¿quizás podríamos estar equivocados? No teníamos nombres específicos ya que salimos bastante apresurados.
—Solo mi padre sería lo suficientemente astuto para inventar alguna excusa así —Rowena negó con la cabeza—. Pero, no pensemos solo en él. Nos dirigimos hacia el Norte, tan lejos como sea posible de él.
—Por supuesto —Julián asintió.
Rowena permaneció en silencio mientras cabalgaban hasta que de repente lanzó una mirada a Julián y dijo lentamente —Saltamontes a pie.
—¿Aves arrebatando? —Julián alzó una ceja.
—Directo adelante —dijo Rowena—. Pero déjame tomar algo de mi bolsa de agua. ¿Tienes sed? ¿O quieres cambiarte? Has estado extremadamente sudado.
—Probablemente me cambie, pero espero que haya una buena brisa —dijo Julián.