—Son mis amigos los que deberán irse por algo —reiteró Rafael. Justo en ese momento, decidió quedarse atrás y seguir ayudando a Rowena. Aún no estaba libre hasta que llegara a su reino. Así que, como caballero, se aseguraría de que regresara a salvo.
Rafael recordaba que su padre siempre le decía que un hombre de verdad siempre protege a una mujer y que un hombre debe ver el trabajo hasta el final. Bueno... solo intentaba seguir el consejo de su padre.
Los otros jóvenes dioses finalmente captaron el mensaje, e incluso Nymia, a pesar de su protesta, fue arrastrada por el resto del grupo.
Ahora, solo quedaban Rowena y Rafael juntos.
Él no sabía por qué actuaba así: era un hombre muy social y generalmente le encantaba estar rodeado de un gran grupo de amigos. Sin embargo, había pasado tanto tiempo desde que la vio, que Rafael deseaba estar a solas con Rowena.