Dedicado a mi esposo. Mi verdadera pareja.
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La autora miraba fijamente la pantalla de su laptop: se volvía borrosa con las lágrimas hasta que casi no podía distinguir las palabras.
FIN.
—¿Reth? —susurró ella. Pero no hubo gruñido amigable en respuesta, ni el sonido de pasos pesados en los corredores de su mente...
Las lágrimas se desbordaron y trató de respirar a través de ellas.
En la habitación contigua, su hijo adolescente proclamaba victoria sobre su último enemigo, mientras que a sus pies, el montón de pelos de doce libras y colmillos que había inspirado el corazón de más de un personaje querido roncaba suavemente.
—¿Reth? —Pero él se había ido. Se había ido de verdad.
Un dolor comenzó en su pecho mientras su mente escaneaba los increíbles diez meses más de su carrera, y todo lo que ella y Reth habían experimentado juntos. Todos los corazones y mentes que él había tocado. Todas las maneras en que había devuelto a la vida su propio corazón y mente.