—La maldad de la sonrisa de Reth, el puro placer en su mirada y el filo de tensión en su voz mientras luchaba por no correrse la cresta de la ola porque él también quería más... todo conspiraba para hacerle aflojar la mandíbula a ella y hacerla gemir mientras Reth empujaba—aún lentamente, pero con sus dedos clavándose en la parte trasera de sus caderas, tirándola fuerte contra él con cada movimiento.
Y a ella le encantaba.
Su placer se acumulaba de nuevo, aumentando, prometiendo. Y con él, la espiral de algo salvaje—que avanzaba al paso de su liberación de todo el miedo que la había retenido estas últimas semanas.
¿Acababa de gruñir ella?
Tirando su cabeza hacia atrás por los cabellos, Elia dejó que sus dientes rozaran la barba incipiente de su mandíbula mientras se movía contra él.
—Muévete... hacia atrás... del muro... solo un poco —jadeó sin soltarle la cabeza.