—¿Reth?
El tono en la voz de Behryn hizo que la adrenalina se desbordara por el torrente sanguíneo de Reth antes de que siquiera tuviese tiempo de girarse. Y cuando lo hizo, la expresión en el rostro de su mejor amigo solo empeoró las cosas.
—Es hora —dijo Behryn—. Te está pidiendo.
Reth ni siquiera respondió, simplemente se transformó y corrió.
Elia finalmente iba a tener al bebé. Otro bebé. Su bebé. Su niño.
El corazón de Reth golpeaba contra sus costillas mientras corría, no por el esfuerzo, sino porque aún no se había recuperado de la última vez que hicieron esto.