Titania no podía mirar a Zu Wan. Había culpado a la persona equivocada. Dirigió su odio hacia el hombre que intentó proteger a su hermana.
Fue engañada por los guerreros guardianes. Se sentía avergonzada por haberse dejado manipular por esas personas pretenciosas. Envenenaron su mente, instilando odio en su corazón y al mismo tiempo, instándola a vengarse.
Afortunadamente, falló en matar a Zu Wan. Titania cerró los ojos, ya cayendo lágrimas de las esquinas de sus ojos.
—Mátame ahora. Solo no lastimes a mi hija —murmuró Titania con su voz temblorosa.
Pensó que su acción era imperdonable. Zu Wan le había salvado la vida antes, pero ella se mostró desagradecida al intentar matarlo. Merecía morir si Zu Wan tomaba su vida como castigo.
—¿Realmente crees que todavía soy el dios demonio que puede matar a una persona inocente? —Las palabras de Titania todavía le dolían a Zu Wan.