Tristán y Zhen-Zhen se abrazaban mientras miraban el cielo nocturno. Se sentían tan felices y satisfechos de estar juntos de esta manera.
Se amaban y siempre estarían ahí el uno para el otro. Las promesas que se habían hecho hace un tiempo ya estaban grabadas en sus corazones.
Tristán plantó un suave beso en la frente de Zhen-Zhen, un suspiro de su amor y respeto por la madre de sus hijos.
—Completaste mi vida. No podría pedir más... —Tristán entrelazó sus manos, acercando la de ella a sus labios mientras la besaba.
—Siento lo mismo, Tristán. Le diste sentido a mi vida. Si no fuera por ti, nunca habría aprendido tantas cosas. Pude adaptarme a este mundo desconocido. Mi yo solitario ganó una gran nueva familia... y encontré el amor de mi vida. —Zhen-Zhen alzó la vista, acariciando su mejilla. Había una sonrisa amorosa en su rostro.
—Gracias por todo... —añadió ella, besándolo en los labios.