Las últimas palabras de Tristán hicieron reír a todos. Si había algo que nunca cambiaba en Tristán, ¡era su traviesura!
Tan solo sonrió apologeticamente cuando Zu Wan le lanzó una mirada fría y penetrante. Zu Wan todavía no se acostumbraba a ver a su bebé Zhen-Zhen siendo besada por un hombre.
—Solo cierra los ojos —le susurró Titania de manera juguetona mientras lo miraba.
Zu Wan puchereó antes de desviar su mirada hacia la pareja.
Tristán y Zhen-Zhen comenzaron a intercambiar anillos. Todos aplaudieron cuando el sacerdote los declaró marido y mujer.
—¡Ahora puedes besar a la novia! —gritó alguien.
Los ojos de Tristán brillaron de alegría cuando por fin oyó eso. Este era el momento que estaba esperando. Se moría de ganas de besarla hace un rato.
Tristán la miró fijamente durante un momento, admirando la belleza de Zhen-Zhen. Alzó sus manos, sosteniendo su rostro mientras se inclinaba hacia ella. Segundos después, sus labios ya estaban presionados el uno contra el otro.