Sabían que nadie podía predecir a quién perderían a continuación en esta guerra, pero aún así les dolía ver cómo la gente de su lado se iba, uno tras otro.
La caída de los fae no sería la última a la que tendrían que enfrentarse, habría docenas, cientos o quizás miles de muertes que encontrarían en el futuro.
Todos en esta habitación lo sabían, así que cuando Kace se levantó y cubrió el cuerpo de Púrpura con una manta blanca, Belinda y Zafiro se secaron las lágrimas bruscamente, intentando calmarse lo mejor que podían.
Mientras tanto, el fénix se elevó hacia el cielo a través de la ventana abierta y dejó escapar un desgarrador lamento, como si el ave mítica quisiera que todos supieran que acababa de perder al fae.
El fénix seguía dando vueltas en el aire, mientras batía sus hermosas alas agitadamente.