Lila extendió su mano hacia Torak con la palma hacia arriba, sus oscuros ojos estaban fijos en los del licántropo, como si le diera su consentimiento para hacer lo que le había dicho que hiciera antes.
—Jedrek no va a gustarle lo que estoy haciendo ahora —dijo Torak, murmurando. A pesar de decir eso, levantó su mano sobre la palma de Lila, y sus uñas se alargaron antes de convertirse en afiladas garras.
—No necesita saberlo —respondió Lila—. No es la primera vez que hago algo así.
Torak alzó las cejas como si pidiera una última aseguración y cuando vio a Lila asentir con ánimo, con un movimiento rápido rozó la palma de Lila.
La gente que los rodeaba fruncía el ceño al ver esto. Algunos de ellos eran gente de Jedrek, por lo que les molestaba ver a su reina lastimarse, pero entendieron que era algo necesario.
Por otro lado, Sebastián estaba junto a Lila y observó cómo la sangre del ángel guardián goteaba en el suelo.