—Los hermanos aparecieron junto al río congelado, con la niña golpeada y ensangrentada en brazos de León.
—Una vez que sus pies tocaron el suelo y sus figuras se solidificaron, León dejó a Bree en la hierba aterciopelada y se agachó a su lado. Abby hizo lo mismo.
—Ella acarició las suaves mejillas de Bree con su dedo y puso su índice bajo su pequeña nariz, para sentir su cálido aliento.
—Ella aún está viva —anunció Abby.
—Gracias, pero incluso yo puedo ver eso —dijo León con desdén, pero acompañado de una suave sonrisa en sus labios, no estaba claro si era una burla o solo una declaración.
—Armaste un buen espectáculo allí afuera...
—Alguien les habló, su figura apareció de la nada, caminando lentamente hacia ellos con su cabello blanco ondeando en el viento. Era una mujer vieja, con arrugas en su rostro y cuello. Sus ojos nublados eran como un par de espejos empañados que minimizaban su visión cuando miraba a los hermanos.