LA GRAN BATALLA

—Vete Rossie... —Adair se ahogó con su propia sangre. Estaba sangrando profusamente, más precisamente de manera anormal para un transformador, no solo debido a la herida que era demasiado severa, sino también por el veneno en la mordida del vampiro que había ralentizado el proceso de curación.

Al oír la débil voz de Adair y su respiración entrecortada, lágrimas rodaron por las mejillas de Rossie mientras trataba de arrastrar a Adair para apoyarla contra la pared.

—No te dejaré... —dijo Rossie con voz ronca, negó con la cabeza vigorosamente, mientras su cuerpo temblaba incontrolablemente.

Este incidente era como una pesadilla que revisitaba su subconsciente.

Una pesadilla que Rossie ya había experimentado, no una sino dos veces y en el mismo día.

Nunca olvidaría cómo perdió a su madre en el bosque cuando las bestias influenciadas por el diablo los persiguieron después de escapar del castillo.

Y cómo perdió a Lana. Alguien que había estado tan cerca de ella.