¡NO TE VAYAS!

Jedrek extendió su mano y tomó la de Serefina, que antes había limpiado sus lágrimas, y la llevó a sus labios besando esos temblorosos dedos solemnemente.

Sin embargo, el rey no dijo nada. Simplemente se quedó quieto después de eso, abrazando el frío cuerpo de Serefina.

Si el tiempo pudiera repetirse y hubieran elegido caminos diferentes, ¿podrían haber tenido finales distintos?

Sin embargo, esto era inevitable, porque en algún momento de la vida de Jedrek, él encontraría a Lila ya que era lo que la diosa de la luna había determinado.

—No llores, porque esto solo será el fin de mí, pero no el tuyo... —dijo Serefina entre jadeos. Realmente no quería ver a Jedrek triste.

Serefina partiría de esta manera, pero Jedrek todavía tenía una vida que debía vivir después. Todavía había tanto trabajo por hacer.

Y el mayor arrepentimiento de Serefina era; ella no estaría allí, al lado de Jedrek y verlo como solía hacerlo, pero al menos esta vez Jedrek no estaría solo...