Por lo tanto, ver sonreír un poco al Ángel Guardián hizo que Raine sintiera un alivio, al menos lo que Esperanza estaba haciendo ahora, no parecía ser algo malo.
—¿Qué hizo? —preguntó Raine, curiosa.
—Tienes que verlo por ti misma —dijo Lila en un tono más alegre y aceleró sus pasos.
Esta era la primera vez que Raine se daba cuenta de que la tienda que Lila había construido era tan grande que les llevó un tiempo considerable llegar a la salida.
Y conforme se acercaban a la salida, Raine podía escuchar las voces de la gente murmurando y gritando en voz alta, sin embargo, no podía entender lo que decían.
Sintiendo un repentino estallido de curiosidad, Raine aceleró sus pasos, adelantó a Lila y apartó la cortina que servía de puerta.
Fue entonces cuando Raine se dio cuenta de lo que realmente estaba pasando afuera...
Lo primero que la recibió al salir de la tienda fue una luz brillante y cegadora que deslumbró sus ojos.
Automáticamente, Raine levantó la mano y se cubrió la cara.