Un Alma Inintercambiable-III

En el momento en que el demonio pidió ser asesinado, Ian lo miró como si tuviera dos cabezas. —¿Cómo sabes mi nombre? —Ian cuestionó lo primero que notó. Caleb le sonrió.

—Soy un demonio, es obvio que sé el nombre de mi invocador —Caleb luego apoyó su cabeza sobre su mano y allí Ian notó que debajo del tono despreocupado y la actitud del demonio, parecía cansado. Parecía necesitar algunas horas de sueño pero la mirada deprimida en su rostro le decía que ambos no podían dormir por la noche, atormentados por la pesadilla de perder a sus seres queridos.

—¿Qué dices, puedes matarme? —Caleb atrajo su atención una vez más.