—Elisa no tenía intención alguna de dejar a Ernesto sin un rasguño —dijo Ian inclinando la cabeza pensativo—. ¿Cómo hacemos salir a Apolión? Sal. Tengo asuntos que tratar contigo.
—Ernesto no respondió y solo lanzó una mirada aguda con sus ojos como si hacerlo lo mantuviera en silencio —comentó Elisa frunciendo el ceño—. ¿Hay alguna razón por la que no puedas salir, Apolión? —preguntó, su burla era evidente en sus palabras.
—A Ian le gustó cómo Elisa había dado la burla —comentó con una sonrisa:
— Quizás tiene miedo de nosotros, mi amor. El solitario Apolión debe tener miedo de nosotros considerando su cobardía para matar personas mientras se esconde en la oscuridad.