Hallow entendió lo que Vehemente había dicho, y quizá las palabras de Siliance acerca de que él era un cobarde eran ciertas, ya que al desaparecer de repente solo se había salvado a sí mismo de ver el rostro dolorido de Elisa sabiendo lo triste que estaría la chica al saber cómo la había dejado de lado sin avisar.
Sin embargo, Hallow todavía no tenía lo que se necesita para convocar el coraje para sí mismo. —Yo... creo que es mejor si me voy ahora. Al final, soy similar a esas almas que están a punto de partir.
Siliance, que pudo ver el arrepentimiento en el rostro de Hallow, estaba a punto de hablar cuando Vehemente levantó la mano para detener al segador siniestro. Con una sonrisa gentil que se podía ver cuando su capucha se movía suavemente, Vehemente le dijo al pequeño Hallow, —Está bien si eso es lo que deseas, nadie desafiará tu idea.