Encontrándote-III

Esther no podía adivinar a qué tipo de juego jugaba Asmodeo, pero no tenía tiempo de pensar en sus opciones cuando Asmodeo era la única clave del paradero de Belcebú.

—Está bien —Esther se encogió de hombros—. ¿Qué juego?

La sonrisa de Asmodeo se curvó de manera escalofriante.

—Es fácil. Estaba bastante aburrido estos días. Como ves, tengo una casa de apuestas pero como el dueño de esta casa de apuestas, casi no tengo a nadie que pueda ser un buen oponente para mí. En realidad estoy feliz de ver una oportunidad para que alguien me ayude.

—Eso suena solitario, pero podrías haber salido de tu casa de apuestas y encontrar un oponente digno. Hay numerosas personas fuera de la casa de apuestas; algunas deben ser dignas de ser tu contrincante —Esther señaló, sin darse cuenta de cómo los ojos de Asmodeo se estrecharon cuando ella levantó la barbilla, el hombre había recuperado su sonrisa.

Sin responder a su declaración, él dijo: