Mentiras, Mentirosos-IV

La mujer tragó saliva. Se alegró al ver que había sido un niño quien la había encontrado, creyendo que, al igual que los niños del mundo de los humanos, sería fácil engañarlo y escapar. Pero los niños del Infierno eran muy diferentes a los que ella conocía.

Belcebú definitivamente era joven a sus ojos, pero era astuto, mucho más cruel y también tenía una moral retorcida que los humanos no podían comprender debido a sus creencias humanitarias.

—Pero no sería justo si solo yo recibo la respuesta a mis preguntas. Puedo ofrecerte ayuda, señorita —propuso él.

La mujer desconfiaba de la oferta que Belcebú había preparado en su mente, pero aun así, asintió con la cabeza.