El cielo no cambió, pero para los residentes del Infierno, podían sentir que la nueva mañana había llegado. Pero una nueva mañana nunca significa nuevos cambios, como Esther sentía que su relación con Belcebú estaba colgando de un hilo delgado, sin mejorar, pero con la posibilidad de que pudiera empeorar.
Belcebú no sabía qué sentir acerca del interés de Esther hacia él. ¿Debería alegrarse?
Suspiró con timidez —No lo es. ¿Por qué? ¿Quieres conocer mi verdadero nombre? Pero debes saber que conocer mi nombre real también significará que te estoy dando el control de todo mi ser.
—No —Esther desvió la mirada y cuando él comenzó a caminar, ella aceleró el paso para estar a su lado—. Me preguntaba si había un nombre con el que pudiera llamarte. Algo diferente a Belcebú. El Belcebú anterior también era conocido como Belcebú, y llamarte con el mismo nombre, me hace difícil diferenciarlos a ambos.