Prelímbares del Caos

—Hiciste lo correcto, hijo —dijo el Almirante Zach, su tono rígido pero no cruel. Quería poner su mano en el hombro de Rey, pero una sola mirada fulminante del último le hizo detenerse a mitad de camino.

Rey no respondió a sus palabras.

No sentía que hubiese hecho lo correcto en absoluto. Se volvió hacia su habitación, cerrando la puerta detrás de él.

Serafín estaba allí, sus ojos dorados calmados y firmes.

—No dudaste —dijo ella suavemente.

Rey la miró, su mandíbula apretada.

—No confundas mis acciones con confianza. Esto no ha terminado.

Serafín sonrió débilmente, su expresión indescifrable.

—No, no ha terminado.

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Las semanas siguientes fueron un torbellino de batallas, molienda implacable y un sentido de propósito cada vez mayor. Rey se empujó al límite, derribando base tras base perteneciente a las fuerzas del Emperador Dragón.