Nueve años habían pasado. Los vientos de H'Trae se habían vuelto suaves. Los cielos, una vez desgarrados por batallas y grietas celestiales, ahora brillaban en tonos de azul infinito. La paz se había envuelto alrededor del mundo como un cálido manto. El Sistema había desaparecido hace tiempo, enterrado en la memoria. El viejo orden había desvanecido, y en su lugar, una nueva era había florecido—una donde la gente era libre, donde la magia ya no estaba atada a reglas divinas, y el futuro era algo que se moldeaba con voluntad, no dictado por el destino.
Rey se sentaba debajo de un árbol plateado en flor en el jardín de su casa campestre. La brisa jugaba con su cabello mientras la risa de Lucielle reverberaba desde adentro.