Al levantarse, se dio vuelta y se preparó para irse, pero se detuvo cuando escuchó un susurro tenue
—Por favor, no te vayas...
—¿Perdón? —preguntó Zeras mientras se volvía hacia Felecie, quien lentamente retiró su mano extendida.
—Nada —dijo ella con inocencia.
Zeras miró durante un buen rato en sus ojos anaranjados, y cuanto más fijamente la observaba, más crecía el tono rosa en el lado del rostro de Felecie hasta que finalmente ella desvió su mirada de la suya, con una expresión levemente avergonzada pero molesta.
—¿Por qué me miras tan fijamente? —dijo Felecie, provocando una sonrisa diabólica en Zeras.
—Tienes algo en mente, Felecie. Algo para mí... —susurró Zeras.
Felecie se burló.
—Deja de actuar como si no lo supieras.
—¿Saber qué? —preguntó Zeras confundido.