—Los humanos están en el fondo de la escala de poder. Son intrínsecamente más débiles que las demás razas —continuó el sargento—. Serán dominados, golpeados y abandonados. Lo único que les evitará ser pisoteados es su voluntad. Y déjenme ser claro —sus ojos se endurecieron—, las voluntades débiles terminarán como carne de cañón.
El silencio se profundizó y, en este punto, muchos comenzaron a temblar en sus asientos. Las palabras del hombre eran más que directas. Estaban yendo al infierno.
Los fríos ojos de Darnell se posaron en los que estaban sentados en la primera fila, deteniéndose en Aurora cuando divisó su cabello blanco.
—Y gracias a los brillantes esfuerzos de nuestro magnánimo Ápice —Darnell esbozó una leve mueca—, esta vez será peor. Irán a por ustedes. Por todos ustedes.
Sus ojos estaban extrañamente más enfocados en Aurora, Nate y Lucas, su desdén evidente.