—Sorprendidos —los ecos retumbaron por todo el campamento. Los latidos del corazón golpeaban como tambores de guerra.
—El orgullo, la adrenalina, la sensación momentánea de victoria que los humanos habían estado sintiendo se extinguió instantáneamente.
—Especialmente cuando, a pesar de cuánto buscaron a través del enjambre de pantallas, no podían encontrarlo.
—No podían sentir su presencia, la abrumadora sensación de dominancia y seguridad que él proporcionaba.
—No podían encontrar a su Ápice.
—¿Dónde demonios estaba?
Pero a ninguno de ellos se les dio la respuesta.
—Al instante siguiente, como si todos hubieran acordado al unísono, los Apexes saltaron.
—Sus cuerpos cayeron a través del cielo como estrellas fugaces, la pura fuerza de su descenso creando estruendos sónicos que rompían el frágil silencio.
—BOOM.
—BOOM.
—BOOM.