Pensar

El pie de Atticus aterrizó.

Un simple paso. Nada más.

Y sin embargo...

Los vítores se detuvieron.

Las voces de millones se cortaron en un instante, como si el aire mismo hubiera sido robado de sus pulmones.

Las figuras de Kael y Kahn aún se precipitaban hacia él, los líderes de división todavía ascendían la montaña, pero entonces

El mundo se ralentizó.

Comenzó pequeño.

Un solo temblor.

Una vibración tan profunda, tan primal, se sentía como un latido. Un pulso que se sincronizaba con cada persona en la cadena montañosa, como si la tierra misma bajo ellos hubiera cobrado vida.

Luego

Grietas.

Se ramificaron hacia afuera desde el pie de Atticus, desgarrando a través de la vasta cadena montañosa, consumiendo todo en su camino.

Las laderas verdes exuberantes se fracturaron. Los altos acantilados se astillaron. Las profundas grietas se rompieron.

Desde dentro de las grietas, estalló una luz púrpura cegadora, brillando como un dios que despertaba.