Zoey intentaba secarlas, pero las lágrimas seguían brotando.
No podía enfrentarlo.
No soportaba ver su expresión.
La abrumadora vergüenza la aplastaba.
Odiaba este sentimiento.
Lo odiaba tanto.
…
A cierta distancia, Ozeroth y Lumindra habían dejado de luchar momentáneamente.
Ahora su atención estaba en Zoey.
Lumindra cruzó sus brazos, su rostro sombrío.
No le gustaba ver a Zoey así.
—Zoey —murmuró, con voz dolida.
Detrás de ella, Ozeroth resopló.
—Hmph. Más le vale que no acepte esa disculpa a medias —. Cruzó sus brazos mientras observaba, su expresión poco impresionada —. Aún tiene que arrastrarse y lamer sus pies. ¡Y los míos también!
Su tono se volvió dramático.
—Fue una tarea muy difícil detener a ese idiota para que no hiciera el completo ridículo —. Yo lo moldeé. Lo convertí en el hombre genial que es ahora.
—Sin mí, seguiría siendo un patético desastre —. Una vena latía en la frente de Lumindra.