—¡Mierda!
La cabeza de Draktanión se volvió hacia el frente, pero ya era demasiado tarde. El puñetazo de Viktor ya estaba en su pecho.
Sus ojos se agrandaron.
«Demasiado tarde.»
¡BOOOOOOM!
El impacto detonó a través de su cuerpo.
Una onda explosiva siguió, desgarrando el bosque mientras Draktharion era lanzado como una bala de cañón, atravesando múltiples colinas antes de estrellarse contra un acantilado distante, reduciéndolo a escombros y llamas.
Y luego… silencio.
Viktor se quedó en la ruina humeante, su respiración entrecortada y pesada, humo negro saliendo de sus fosas nasales.
El fuego infernal a su alrededor se atenuó lentamente, parpadeando débilmente antes de desvanecerse por completo, revelando la verdadera magnitud de su condición.
Su cuerpo… era un desastre.
La piel quemada se adhería al músculo, agrietada y ampollada. Trozos de carne carbonizada se desprendían con cada movimiento. Sus músculos, antes prominentes, ahora parecían quemados y desgarrados.