Mientras se libraba una batalla que determinaría todo en la arena de los dioses, en una parte de Eldoralth, otra escena del fin del mundo empezaba a desarrollarse.
Zoey entreabrió sus ojos mientras las deslumbrantes luces púrpuras que inundaban su visión comenzaban a asentarse.
«¿D-dónde estoy?»
Se sentía desorientada, un sentimiento que reconoció al instante. De vuelta en la academia, lo había sentido más veces de las que quería recordar.
«Me transportaron», se dio cuenta. Los recuerdos de antes volvieron a surgir. Se tensó, volviéndose instantáneamente alerta. Sus ojos se agudizaron mientras escaneaba su entorno.
Lo vio al instante.
Un árbol violeta tan deslumbrante, que era como si el mundo se hubiera vuelto púrpura. Era masivo, su cima perforando el cielo.
Sus ramas violetas eran más gruesas que cualquier cosa que Zoey hubiera visto antes, y sus hojas irradiaban un aura que parecía calmar su alma.