—¿Lo conocías personalmente? —preguntó Wolfe.
Asmodai asintió. —Cuando regresó por primera vez de los Reinos Demoníacos, pasó bastante tiempo aquí, cortejando a una joven de nuestra Familia.
—Ella era un Oráculo, y sabía que nunca podría funcionar, pero él era persistente, como todos los hombres de Noxus son conocidos por ser, y seguía tratando de convencerla de que el corto plazo valdría la pena de la eventual separación.
—En ese momento se hacía llamar Don Giovanni, un afecto personal de los Magi mayores, y posiblemente era el conversador más hábil que jamás había escuchado en mi vida muy larga.
—Pero ese era el problema. Era demasiado hábil para convencer a las mujeres de desprenderse de su ropa interior, y el Oráculo lo veía como una ventana recién lavada. No puedo decir que fuera inesperado, pero sí admiro la audacia que tuvo para intentarlo de todos modos.