—Haa... Entonces, ¿me sacarás de este lugar? No lo pido gratis, pagaré cualquier precio que quieras. Si puedo hacerlo, lo haré —preguntó la mujer enana mientras se levantaba del suelo y miraba a Anon con expresión confundida.
—Solo levanta la mano en el momento adecuado y tal vez tengas la oportunidad de salir de aquí —habló Anon con una sonrisa mientras caminaba inmediatamente hacia su habitación.
—¿Qué? No entiendo... —la mujer enana preguntó con una expresión confundida.
—Lo entenderás cuando llegue el momento adecuado —respondió Anon sin siquiera voltearse y se fue.
—Palabras del Erudito, ¿eh? —la mujer enana habló con una sonrisa mientras inmediatamente se daba la vuelta y salía del salón con una sonrisa en su rostro.
Pero tan pronto como ambos se fueron, se abrió la puerta de una habitación cercana y salió la prostituta que Anon conoció esa mañana.
—¿Qué diablos acabo de oír? —dijo ella con una expresión de shock.