Un aguafiestas

Abadón tenía una vida muy buena. Con pocas cosas que odiaba o simplemente no le gustaban.

Pero sin importar la instancia o la ocasión, las funciones de la alta sociedad siempre lograban entrar en esa lista.

Actualmente, la familia real estaba organizando un banquete para los mejores educadores del abismo.

Ya que era el final de un exitoso año escolar, Malenia instó a su hermano a ser el anfitrión de este evento.

Era una forma de agradecer a unos profesores muy dedicados que habían dado todo por impulsar y apoyar a sus estudiantes.

Pero aunque era por una muy buena causa y Abadón estaba feliz de hacerlo, se sentía fuera de lugar en un evento como este.

No solo porque ahora casi medía nueve pies de altura, sino porque era la estrella con la que todos parecían querer conversar. Pero por dentro, era solo el hombre que quería sentarse en un rincón y beber.

Lo cual es algo mal visto para un gobernante.

El lado positivo era que no era el único que se sentía tan incómodo.