Asmodeo sentía un gran cariño por su madre.
Ella era una reina demonio y una de las mujeres más inquietantemente perturbadoras que él había visto antes, pero era muy amable con él.
Cuando todos sus demás hermanos ya habían nacido de las otras esposas de Lucifer, Igrat aún no había concebido.
Esto la hacía miserable. Tanto es así que desde el día en que Asmodeo finalmente nació bajo un qlipot, le prodigó atención sin fin.
La idea de ser nutricia para la mayoría de las madres demonio roza con la tortura de sus hijos para hacerlos grandes y fuertes.
Sin embargo, Igrat no tenía intención de casi romper la única cosa que nunca creyó que tendría.
Así que, en su lugar, pasó mucho tiempo con Asmodeo.
Igrat le contaba sus sueños para él y su futuro, sin mencionar la esperanza de que algún día él sería quien liderara los ejércitos del Infierno a través de las puertas del cielo y lo quemara todo hasta convertirlo en ceniza.