Thrudd estaba a medio camino de la puerta de la base cuando sintió los pelos de la nuca erizarse.
Fiona inmediatamente temió lo peor. —¡Si me vuelves a lanzar a la nieve, te haré un exorcismo de seguro!
—No soy un fantasma —dijo Thrudd.
—¿En serio? Pensé que ustedes estaban mezclados con un montón de mierda... ¿Entonces tu papá no es un espíritu?
—Él es un espíritu elemental, no un espíritu de Halloween.
—Ohhhhh... —Fiona asintió mientras seguía a la altura del trasero de Thrudd. Era desesperante mirarlo.
No sabía si debía estar celosa de la rutina de ejercicios de Thrudd, o si esto era simplemente genética divina en juego.
Finalmente apartó la mirada del trasero de Thrudd y obligó a sus ojos a mirar hacia sus cuádriceps.
Igual de jugosos y perfectos. Igual de desesperantes.
—...Dioses, te odio.
—¿Eh?! —La pareja se detuvo de repente al oír el sonido del espacio mismo desgarrándose.