—Te pediré que te abstengas de decir algo innecesario si no te importa. Para ahorrarnos a ambos algo de tiempo.
La habitación tembló bastante furiosamente mientras Abadón resistía la tentación de nivelar todo este salón desde la comodidad de su hogar.
—Cuidado. O tu fin puede ser tan trágico como rápido.
Izanagi, a pesar de todos sus defectos y carencias, seguía siendo un dios primordial.
No se doblegó bajo las amenazas y la presión de Abadón de la forma en que lo haría una deidad normal. Lo cual por sí mismo era bastante digno de elogio.
—Sí, sí, el dragón creado para matar cosas es bueno matando cosas. Qué terriblemente impactante. —Izanagi gruñó—. No he llamado para tus oídos por un capricho infantil. Deseo verificar la condición de mi hija.
En verdad, Abadón había olvidado que Amaterasu incluso estaba en su casa hasta este mismo momento.
—Voy a verificar cómo está y me pondré en contacto contigo. —Abadón comenzó a disiparse.