Abadón no solo agarró a Ziz por la cabeza.
Empezó a aplicar presión hasta que pudo sentir el cráneo de Ziz gimiendo bajo su palma, amenazando con romperse en pedazos en cualquier momento.
Las gafas que Ziz siempre llevaba puestas ya se habían roto.
Cenizas salieron de la boca de Abadón cuando la abrió.
—Dices que eres un hombre, pero es gracioso. Te sientes mucho más como un gusano para mí.
Ziz no pudo decir nada mientras luchaba por liberarse. Abadón solo seguía apretando.
Nyx empezó a intervenir, pero Mateo extendió su mano y negó con la cabeza.
—Mira esto... Estás tan lleno de orgullo y vanidad que pensé que habría podido ver salir todo eso cuando te apreté... tal vez no estoy aplicando suficiente presión.
A pesar de que sus impulsos más oscuros le rogaban hacerlo, Abadón dejó caer a Ziz de espaldas.
Cayó con fuerza en el helado suelo de piedra y gimió al sufrir el peor dolor de cabeza de su vida.