Rey Mono Guapo

—Podrías al menos decir que te alegraste de verme, pedazo de mierda feo. Sin malditos modales, lo juro... Sé que los dragones son enojados por naturaleza, pero no tienes que desquitarte con el resto de nosotros con el hecho de que te veas así.

Una gran vena se hinchó en la frente de Abadón. El buen humor que Audrina había trabajado tan arduamente para cultivar nuevamente estaba muerto y desaparecido.

Abadón señaló con un dedo con garras al mono disfrazado de humano. —No se supone que debías estar aquí.

—¿Qué? ¿No puedo hacer un poco de turismo? —Wukong lanzó otro hueso de durazno al pecho de Abadón.

Lo atrapó y lo devolvió con facilidad devastadora. —No, no puedes hacer ningún “turismo”, maldito mono ignorante. ¿Tienes alguna idea del tipo de amenaza que se cierne sobre nuestra puerta en este momento?

Esta vez, Wukong atrapó el hueso de durazno, y miró más allá de Abadón para observar a Audrina. Bajó sus gafas de sol.

—Hola, reina de las sombras. Vaya, te ves poderosa... ¡Ack!