Buscando a la Reina

Mientras tanto, dentro de Nuevo Edén, Astaroth planeaba cómo entrenar a la población de Ciudad Bastión en protocolos de seguridad junto con Aravelle. El hombre era anciano y un manantial de conocimiento, y tenía muchas buenas ideas.

Por supuesto, incluso si quisiera decir que sí a todas esas cosas, no respondería sin consultar a Fénix. Y eso sería solo después de que la encontrara y se disculpara profusamente.

—Está bien, Aravelle. Gracias por todas las ideas. Suena genial. Pero tengo que ir a buscar a Fénix. No puedo dejar las cosas como están ahora mismo —dijo Astaroth.

Aravelle se rió entre dientes.

—Me preguntaba cuándo te darías cuenta de eso. Solo te impedí ir tras ella precipitadamente. Parecía que necesitaba tiempo. Pero deberías haberte dado cuenta hace al menos una hora de que ella también necesita que tú la encuentres —comentó Aravelle.

El ojo de Astaroth dio un pequeño tic.

—No recuerdo haberte pedido que te entrometieras en mi relación... —murmuró.