Tras el grito de la voz, Alex se dio cuenta de que no lo perseguían y se detuvo abruptamente.
Dio la vuelta para regresar a ellos, asegurándose de permanecer oculto, intentando averiguar adónde iban, y vio lo que había pasado en el primer pasillo.
El disparo resonó y el rostro de Alex se oscureció.
—Entonces, ese es el tipo de líder que eres. ¿Ellos podrían ser atrapados, así que los matas? Supongo que trataba de ser amable con las personas equivocadas... —pensó, su cuerpo temblando de ira.
—¡Sí! ¡Enójate! ¡Déjame atacarlo! Es un tipo malo, ¿verdad?! No hay problema en dejarme arrancarle las entrañas, ¿verdad?! —gritó el trasgo en su mente, al parecer habiendo liberado su boca de las ataduras.
Geminae estaba a punto de golpear su rostro para hacerlo callar, pero Alex de repente apareció en el espacio del alma.
El trasgo tembló de miedo ante la ira evidente en el rostro de Alex. Pensó que de repente había metido la pata.