Se sentó apresuradamente, agarró un montón de su lado del escritorio y comenzó a pasar cada hoja con atención absorta.
Astaroth no estaba muy versado en la política ni en el trato con otros. Pero era bueno encontrando las soluciones más esotéricas a los problemas más sencillos.
¿Era una cualidad o una limitación? Solo el tiempo lo diría.
Sin embargo, en este momento, su extraña mente era precisamente lo que Fénix necesitaba.
Ella había estado estudiando a estos jugadores durante semanas, tratando de encontrar un punto medio con ellos, negociando con ellos, esperando encontrar una resolución pacífica a este asunto.
El problema era simple.
Fénix quería que se fueran porque no encajaban bien en el gremio. Pero el miedo a quedarse sin gremio era mayor que su miedo a la retribución, y se negaron a romper los contratos.
Preferían pagar el noventa por ciento de su Exp al gremio y el mismo porcentaje de su oro ganado y materiales a cambio de no convertirse en jugadores solitarios.