Planes de Contingencia

Mientras esta conversación tenía lugar, las personas en la copa del árbol tenían otra conversación, una impregnada de pánico para algunos de sus participantes.

—Reina Fénix, debemos llevarte a la sala de entrenamiento. Ese es el único lugar de donde no pueden teletransportarte a la fuerza —dijo Alena, intentando agarrar el brazo de la reina.

—Detente, Alena. No tiene sentido. Sé dónde está el rey. No hay riesgo de que me secuestren a continuación. Ya me habría unido a ellos si hubiera sido necesario —dijo Fénix, tratando de calmarla.

Alena la miró con los ojos muy abiertos.

Incluso Gabe estaba inseguro de qué hacer. Su deber era proteger a la reina, así que no podía dejarla salir de su vista.

Puso su mano en su hombro para asegurarse de que no se la llevaran sin él.

Fénix lo miró incómodamente, entendiendo lo que estaba haciendo, pero apartó su mano.

—Todos necesitan calmarse. Ellos no están en peligro —insistió Fénix.